Al fin
tenemos un lugar donde realizar un proyecto, nos calma un poco esto, pero el
tema del tiempo aun nos preocupa. El lugar en el que realizaremos nuestro
trabajo es bastante particular. Es un centro de Equinoterapia, Equus. En este
lugar tienen 4 caballos donde brindan terapia a niños que llegan pagando por
esta, y otros que pueden acceder a becas. Es una organización sin fines de
lucro, se moviliza a partir de voluntarios, uno que otro especialista el cual
recibe una pequeña suma de dinero, y bueno, la Directora de este centro, quien
lo fundo y cumple diversas funciones dentro de este centro sobre todo como
especialista en el tema de la terapia y los caballos. Con estos datos creo que
uno podría empezar a imaginar que no es una organización con una estructura muy
común, y es que en realidad, tiene una particular forma de funcionar…
El primer día
que llegue al lugar fue con el interés de Voluntaria, con el interés de ayudar
a niños en su rehabilitación, de la mano aprender experiencia como psicóloga, y
una razón más de corazón, aprender cosas que puedan ayudar a mi hermanito de 7
años que tiene autismo. Me encantó el lugar, la buena onda de los voluntarios,
la interacción con los caballos, decidí volver a ir a pesar de que asumo que me
provocaron un poco de miedo los caballos, por más que intente acercarme no
pude, transmitían una energía tan fuerte… nunca había estado cerca de un animal
tan grande. Para la siguiente vez, llegue con mi compañera, con la idea de
poner en practica un proyecto, en esta ocasión conocí a la directora;
abiertamente aceptaron nuestra propuesta de que presentáramos algún proyecto
que contribuyera en el bienestar de los niños. Lo armamos y enviamos a la
Directora.
En nuestra siguiente
visita (no me había dado cuenta, que en realidad he ido bastantes veces a este
lugar) y aun sin respuesta de lo que habíamos enviado, la terapia de ese día se
había suspendido, por lo que ayudamos a una de las encargadas con el trabajo de
los caballos. Creo que ese será un día que difícilmente olvidaré, en frente el
miedo que las veces anteriores me causaron los caballos, y me ofrecí
simplemente a ayudar a la encargada. Me pidió que llevará del picadero, si mal
no recuerdo así se llama el lugar donde se encontraban los caballos, a Mara,
una hermosa yegua con la que trabajan, a su corral, en el momento en que tome
las riendas, sentí la fuerza de ella y mi corazón casi se escapo no pude evitar
imaginar que podría salir disparada hacía algún lado. La encargada me indico
que saliera del lugar con ella, pero uno de los otros caballos quería salir
pegado a Mara y se dedico a seguirnos, con mi corazón a mil por hora, tuve que
dar vueltas con Mara por el lugar, esperando a que el caballo se tranquilizará
y poder salir solo las dos. Cuando por fin lo logramos, me dirigí a su corral,
sentía como tiraba de las riendas imponiendo su fuerza, y si, mi corazón aun
quería escapar. Entre al corral sin saber ni como llegue ahí, y la encargada
cerro, y me pidió que le sacará las riendas... llena de miedo lo hice, pensando
que a lo mejor me mordería o nose… pero solo me miraba Mara fijo mientras lo
hacía, cuando me corrí para ir a pasárselas a la encargada, como una niña
pequeña empezó a quejarse, tenía hambre; me trajeron un balde con avena y se lo
eche en el lugar donde va su comida, feliz se puso a comer, me quede aun lado
de ella limpiando los restos de avena del balde y me empujo con su hocico para
que me corriera, mi corazón aun latía a mil por hora, pero después de eso, me
di cuenta que era un animal, que difícilmente me haría daño, porque sí. Seguido
de eso, la encargada me pidió que si la podía rasquetear, y la ayude. Creo que
con eso ya le perdí en gran parte el miedo, más aun cuando empecé a
conversarle, como lo hago con cualquier otro animal, recordando que sienten
igual que nosotros.
Me es inevitable entrar en detalles respecto a esto, y es que de verdad será un
momento que difícilmente olvidaré. Un momento que creo que provoca esa alegría
cada vez que voy a ese lugar. Es algo que en verdad, no se puede explicar.
Creo que al
día siguiente de ese, ya no recuerdo bien, viví otra experiencia que rescato.
Llegue al lugar y vi a la encargada con una niña, me alegre porque al fin
conocería a una de las pequeñas que monta en las terapias, me acerque despacito
a ella, y de inmediato me hablo, me dijo “ la alana se tiene que ir, la alana
se fue” de una manera tan dulce, no comprendí de que hablaba. En eso la
encargada me la presento y me dijo, “ella es alana” y en eso, salió corriendo.
Al rato, en un rincón la encontré solita y me acerque, me tomo de las manos de
manera un poco brusca y me dijo “la alana no esta, se tiene que ir .. (hizo un
gesto con sus manos, como un mago) la alana se fue, no esta” y me quedo mirando
muy cerca, demasiado cerca con una mirada tan tierna. Ahí comprendí que todo
indicaba que Alana gustaba de realizar trucos de magia, y no me equivoque, al
rato después por un momento me convirtió en sirena, luego en un hada con
pequeñas alitas y así… ¿En que momento deje de ser una niña? ¿En que momento me
aliene al mundo de los fomes y aburridos adultos? No lo se.
Alana se fue a una de sus terapias con la Psicopedagoga y yo me quede viendo en
que podía ayudar con los caballos. En eso, llego la Directora del centro, la
Señora Paola, y empezó a distribuir las funciones dentro de la terapia, antes
de empezar pregunto quien se podía quedar con Alana, a lo que nadie respondió.
Y es que sinceramente, de manera muy atenta observe como la mayoría de las
voluntarias (por no decir todas) se incomodaban por como era Alana, por esa
forma invasiva de tratarte, ella no sabe eso de “espacio personal”, te habla
muy de cerca, y salta de una fantasía a otra, que sobre todo en un principio,
cuesta seguir. Acepte estar con Alana, me gustan los niños, quiero aprender de
pequeños así y algo me dijo que sería entretenido. La Directora me llevo a una
sala y me paso unos juegos, me pregunto si sabía lo que era trabajar con
cartelera, y le conteste que si, me dijo que a las 3 Alana se desocupaba y ahí
debía quedarme con ella. Durante el tiempo que me quedaba estuve dando vuelta
entre las voluntarias, ahí me enteré que Alana era la hija de la Directora, la
razón por la cual crearon Equus, que había nacido con lisocefalia y que en
realidad, no le habían pronosticado más de 6 meses de vida… actualmente, tiene
12 años. Esto más me incentivo a conocerla y compartir con ella, a conocer tal
“milagro”.
Alana termino
su sesión con psicopedagoga y era mi turno, pero Alana por más de 15 minutos
solo me repetía que no quería y que debía irse. Que frustrante era no poder
llevarla al lugar donde debía, fueron los 15 minutos más largos, no quería
obligarla, no sabía como hacerlo ¿Y si en realidad, simplemente no quería? En
eso, su madre apareció y me dijo con un tono bastante particular “ eso de que
Alana se va, es un juego”. Comprendí que solo me manipulaba y me puse firme, le
indique para donde debíamos ir y caminé, ni cuenta me di como ella me siguió
hasta el lugar donde debíamos jugar. Le enseñe la cartelera y fuimos realizando
las actividades, noté que no podían ser muy largas que su atención no duraba
mucho, pero solo lo noté cuando sentí una frustración muy familiar, la misma
que siento cuando el Sebita, mi hermano, no hace lo que uno le pide. Ahí recordé
una vez que tuve horas entretenido a mi pequeño hermano, pero con muchas
actividades que mantuvieran su atención ocupada y fija ahí, así que hice lo
mismo y recordé algunas otras cosas que sus profesoras nos han enseñado o que
yo leído por ahí.. Así pudimos terminar todo lo propuesto en un principio.
Cuando Alana se fue me dijo “ Alana esta triste, esta triste porque debe dejar
su nueva amiga” me dio un abrazo, y se fue.
Con Alana, me di cuenta de que realmente me gusta mucho trabajar con
niños, más aún tan especiales como los que te encuentras en Equus. Me agrada la
idea de despertar a la niña que tengo dentro e invitarla a jugar. Me agrada ir
a ese lugar y olvidarme un poco de la rutina, de los deberes, de empaparme de
la inocencia de ellos, de no recordar el sistema tan alienante en el que nos
encontramos.
No han sido tantos días lo que llevo en Equus, pero creo que he aprendido
tanto, he aprendido como futura psicóloga, pero creo que mucho más como
persona, conociendo otra parte del mundo, conociendo otra parte de mi.