martes, 6 de julio de 2010


Hipnosis Social: Un Arma contra nuestra propia Humanidad.

El hecho de estudiar psicología, se origino desde hace tiempo con un propósito central, un objetivo totalmente claro, el cual era específicamente comprender el comportamiento humano, y aun lo es. Entre más aprendo, más quiero saber las facetas que puede llegar a mostrar un sujeto, en determinado contexto, en determinadas circunstancias. No dejo de sorprenderme como hasta lo que creí tan inexplicable empieza a tener explicación. Entre más comienzo a entender más me convenzo de que el gran peligro para la humanidad, somos nosotros mismos y todo lo que podemos llegar hacer.
Si revisamos la historia, si retrocedemos algunos años, son múltiples los eventos en los que nos podemos detener a analizar el comportamiento humano y su responsabilidad ante estos hechos, ya sean admirables o detestables. Uno que no deja de sorprenderme es el liderazgo de Hitler, y la obediencia total con la que sus grupos de seguidores cometían actos de tortura y asesinatos, actos donde es imposible no preguntarse como algo tan inhumano pudo realizarlo un humano.
El poder es definido usualmente como la capacidad o el potencial de influir en los demás o resistir la influencia (Michener y Suchner, 1972), de este modo, quien ejerce el poder en mayor cantidad es quien se considera líder, el individuo que ejerce la mayor influencia en el grupo (Hollander, 1985; Shaw, 1981). En la situación vivida hace ya varias décadas durante la Segunda Guerra Mundial, las atrocidades cometidas en ese entonces tenían un claro líder, y este era Hitler. Si analizamos la manera en que este llego a dirigir a miles y miles de personas, podremos ver como su historia, nos ayudaría a respaldar las tesis que adoptan los teóricos situacionales, de que es el momento o la situación quien llegará a decir quien es líder o no. (Worchel, Cooper, Goethals y Olson, 2003). Hitler tomo en ventaja la situación vulnerable en la que se encontraba Alemania, el descontento ante las condiciones del acuerdo de Versalles, la crisis económica que este mismo junto con los estragos que la guerra dejo al país y las ansias de libertad e igualdad social que esperaba el pueblo alemán, fueron la combinación perfecta para que Hitler asumiera al poder. (Aly. 2006) Con un desplante sobrenatural, poseía un carisma y el don del habla, como el mismo solía presumir, del que los alemanes no pudieron defenderse, ni evitar dejarse influenciar bajo su discurso acorde a las necesidades y a lo que querían de cierto modo escuchar.
Cada pieza estaba en su lugar, el líder con sus propias e influyentes características y bueno no podemos dejar de nombrar su manía de grandeza patológica, que fue el eslabón más importante de toda esta situación, lo que causo el semejante horror por el que es conocido. Sin embargo, no dejo de preguntarme, este tipo de situaciones ¿serán tan difíciles de encontrar? Me atrevería incluso asegurar que a diario nos encontramos con situaciones como estas, claro que en magnitudes más pequeñas, y con potenciales lideres de los cuales no sabemos del todo como son sus rasgos de personalidad, o que intenciones tendrán más allá de lo que muestra su carisma y esa habilidad que nos hace seguirlos.
Siguiendo más allá con el análisis de toda esta situación, ya nos enfocamos en el líder, pero no existe líder sin un grupo que decida seguirlo, con lo que me cuestiono, y usted también debiera hacerlo, ¿será que en verdad decidimos seguir a un líder?
Los grupos de personas constantemente estamos siendo moldeados por diferentes tipos de fuerzas, las llamadas influencias sociales. Una de las más fuertes es la conformidad, la que se considera como la tendencia de estar en concordancia con las expectativas de los grupos o de la sociedad en la que estamos situados, sobre como deberíamos comportarnos en varias situaciones (Baron y Byrne. 2005) Si tenemos esta tendencia tan inmersa en nosotros como humanos, de ser lo que otros esperan que seamos más allá de lo que de verdad queremos, ¿en que momento es que decidimos a quien seguir? ¿en que momento somos realmente seres individuales y no nos dejamos llevar por lo que la sociedad o el grupo en donde estemos?
“Mientras trabajaba para Salomon E. Asch, me preguntaba cómo sus experimentos sobre la conformidad podrían hacerse más significativos desde el punto de vista humano. Inicialmente ideé un experimento similar al de Asch excepto que el grupo inducía al sujeto a administrar descargas a una víctima que protestaba, Pero se necesitaba un control para ver qué tanta descarga administraría una persona en ausencia de la presión de grupo. Alguien, presumiblemente el experimentador, tendría que dar instrucciones al sujeto para que administrara las descargas. Pero entonces surgió una nueva pregunta: ¿hasta qué punto llegaría una persona cuando se le ordenaba administrar tales descargas? En mi mente, el asunto ahora era la disposición de las personas a cumplir órdenes destructivas.” al igual que Stanley Milgram, me pregunto ¿hasta que punto una persona estará dispuesta a dañar a otra por simples ordenes? Los experimentos arrojaron espeluznantes resultados, sujetos experimentales debían producir descargas eléctricas dolorosas y dañinas de manera creciente, cada vez que se equivocará la “victima” por simple orden del experimentador. Casi dos terceras partes de los sujetos experimentales llego a aplicar el máximo de voltios dispuesto en la maquina de descargas (Worchel, Cooper, Goethals y Olson, 2003). Estamos frente a otro tipo de influencia que moldea lo que decidimos, lo que hacemos. La obediencia, la disposición de las personas a seguir a sus autoridades, es el punto en cuestión, ya que estas personas eran comunes y corrientes, no fueron entrenadas para matar, ni para torturar. ¿Será que genéticamente los humanos estamos hecho para obedecer? ¿Hasta que punto somos capaces de obedecer? Información valiosa para líderes como Hittler o cualquier vivaz psicópata que quisiera serlo, algo para plantearse…
Obediencia y conformidad, dos influencias sociales, dos tendencias humanas que resultan ser grandes herramientas para las personas, dependiendo claro, de los lideres y las intenciones con las que se disponga a hacer uso de ellas.
Como vemos, son múltiples las teorías que podemos escoger para darle explicación a todo esta situación, la relación líder y grupos posee demasiadas aristas desde las cuales observar. De este modo otra que podemos sumar, es la teoría de Gustavo Le Bon, sobre la Psicología de las masas, y enfocarnos principalmente en su concepto del contagio mental, el cual es considerado un fenómeno fácilmente comprobable pero al mismo tiempo inexplicable. Dentro de un grupo amplio de personas, es decir una multitud, los sentimientos y actos se vuelven contagiosos, hasta el punto en que Le Bon afirma que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal por el interés colectivo de dicha multitud, el cual puede ser incluso contrario a su naturaleza. Afirma que el individuo inmerso en una multitud llega a perder consciencia de sus propios actos, desaparece la voluntad con el claro discernimiento; y de este modo los sentimientos y pensamientos son orientados por el “hipnotizador”, el cual se consideraría como el líder de este grupo de personas que componen la llamada multitud. Se utiliza el término de hipnotizador, debido a que esa pérdida de consciencia en la que se sumerge el individuo es muy similar al estado hipnótico que un hipnotizador podría provocar en una persona. (Le Bon, 1921). Bueno, creo que estará demás establecer el hipnotizador dentro de la situación de Alemania en esos años, ¿no? Creo que esta teoría, especialmente este estado hipnótico nos sirve para explicar en gran parte todo lo acontecido, sirve para entender como aquellas miles de personas pudieron matar sin tener un sentimiento personal e individual que los motivara a realizar el acto de matar. También nos sirve para comprender como los seguidores de Hitler fueron aumentando tan rápidamente.
La desaparición del consciente individual dentro de un grupo de personas, no deja de ser algo para tomar en cuenta en nuestro diario de vivir, para pensar dos veces en lo que realizamos y más aun si esto es bajo la influencia de otra persona. Lo que hago ¿esta realmente bajo lo parámetros individuales con los que constantemente me enfrento? O en realidad, ¿estoy solo guiándome por parámetros colectivos que en el fondo no reflejan mucho de mí? Preguntas que debiéramos hacernos más a menudo.
Distintas teorías para explicar desde diversos puntos el Holocausto, pero más allá del análisis que podemos hacer sobre la situación, pienso que hay un trasfondo al que debemos poner atención y dar hincapié a la reflexión.
¿En algún momento de verdad, somos seres individuales? ¿Tenemos nuestras propias opiniones y formas de pensar? Conformidad, obediencia, contagio mental; todas diferentes influencias, y todas de algún modo concluyen en que los grupos que nos rodean terminan por anularnos como ser individual. De cierto modo, ¿será que nuestra características de ser un animal social como Aristóteles afirmaba, nos vuelve seres altamente manipulables e indivisibles a nuestra sociedad?
Liderazgo y grupos, una combinación peligrosa bajo nuestra condición como seres sociales, aquella hipnosis que se presenta en cada uno de nosotros y en todos al mismo tiempo, queramos o no, una herramienta de manipulación, si es para bien, el problema realmente no existe, pero si que cambia cuando se utiliza de mala manera, una herramienta letal contra nosotros mismos, más que una herramienta, termina por transformarse en un arma contra nuestra propia humanidad.

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